domingo, 23 de noviembre de 2008

La Sabia inagotable - Por Osvaldo Bayer








El Miércoles pasado, en Rojas, plena llanura central bonaerense, la Historia pegó un brinco. El pueblo, volcado en la calle, en una verdadera fiesta popular, le dijo basta a la historia oficial y procedió a cambiar el nombre de una de las calles céntricas denominada por los señores de la tierra como calle General Julio Argentino Roca por el justo nombre de Pueblos Originarios. Todo resuelto en la forma más democrática, con ribetes hasta diríamos poéticos, sin exagerar. Porque como lo dijimos en estas contratapas con las que paseo por todos los rincones del país, la ordenanza municipal estuvo basada en un proyecto presentado por los adolescentes alumnos del colegio nacional local y aprobado por amplia mayoría por los concejales de la ciudad de Rojas. Más democrático, imposible. El mismo intendente local acompañó el acto con su presencia y su aplauso.
Llegaron representantes de los pueblos originarios de todos los puntos cardinales bonaerenses, con sus atuendos y sus instrumentos. El general que entregó todas esas tierras inmensas a los Martínez de Hoz, los Anchorena y los Miguens y que repartió como esclavos a los indios prisioneros, a sus mujeres como sirvientas y a sus niños como mandaderos, fue quitado de las calles de Rojas. La música del conjunto Arbolito sonó en las calles de esa ciudad de la llanura. Arbolito, el nombre del ranquel que hizo justicia y vengó a sus hermanos al terminar con la vida del coronel Rauch, el mercenario europeo contratado por Rivadavia para “exterminar a los indios ranqueles”, como decía su decreto, olvidándose ese “liberal positivista” de la estrofa del Himno Nacional que se cantaba ya en todos los rincones argentinos: el “Ved en trono a la noble igualdad, libertad, libertad, libertad”, verso embebido en el pensamiento liberador de Mayo. Una vez más comprobamos que a veces la Historia tarda, pero finalmente triunfan la Etica y el concepto de Vida. Ese general genocida que en sus palabras finales, después de su campaña contra los pueblos nativos del sur, dijo ante el Congreso que había exterminado para siempre al indio para abrir esos “vastísimos territorios que se presentan ahora llenos de deslumbradoras promesas al inmigrante y al capital extranjero”. Y poco después, ya presidente, por la concesión Grunbein, entregará más de dos millones y medio de hectáreas en la Patagonia a 137 estancieros británicos. La pregunta que siempre quedó sin respuesta ante el genocidio de Roca es la siguiente: en esas extensas regiones había tierra para todos, ¿por qué el genocidio de los pueblos originarios, por qué no se les respetó ni siquiera sus tierras comunitarias, ya que ellos nunca tuvieron concepto de la propiedad?
Pero ahora parece que ha comenzado a verterse de nuevo la savia inagotable de la Etica. Este acto con el pueblo de Rojas lo demostró.

Osvaldo Bayer.


Extracto de "Página 12"










martes, 11 de noviembre de 2008

Día de la Tradición - Arrendando identidades



“A los blancos los hizo Dios, a los mulatos San Pedro,
A los negros los hizo el diablo para tizón del infierno”
José Hernández - de Martín Fierro


Decir que este es el pensamiento de José Hernández sería sacarlo de contexto. Pero epítetos de esta calaña se repiten una y otra vez en la obra máxima de la tradición argentina.

Dijo Carlos Menem: “En Argentina gracias a Dios no tenemos negros” Un personaje mucho mas acá de la historia, no podemos hablar de cuestión generacionales, de pensamientos antiguos.

Lo cierto es que la historia argentina está llena de negaciones de identidades.
Reconocemos a los Uruguayos como los Charruas, o descendientes de… A los paraguayos como descendientes de Guaraníes, a los Chilenos de Mapuches, a los Bolivianos que descienden de los Kollas… Pero los argentinos descienden de los barcos. ¿?
Y esa historia se repite continuamente. La historia oficial blanqueó la piel y alisó el cabello de Bernardino Rivadavia, El primer presidente Argentino: ¡Como iba a ser un mulato!

La intolerancia a las diversidades nos ha marcado como un país de soberbios.
Sarmiento, un genio en muchos aspectos, era un intolerante. No soportaba a los pueblos originarios, no soportaba a los afro descendientes, no soportaba a los inmigrantes pobres e incultos. Planteó el lineamiento de Civilización o barbarie. Solo tenía cabida la alta sociedad… Mientras doña Paula Albarracín tejía en su telar norteño.

Poco sabemos de Belgrano y San Martín, solo que eran una máquina de matar realistas. Pero el verdadero pensamiento de estos intelectuales quedó tapado por el bronce.

De esa forma la historia argentina continúa con el lineamiento de los xenófobos y racistas que tuvieron y tiene voz y poder. José Hernández como un icono. De allí pasando por Roca, Mitre, hasta Félix Luna y Mariano Grondona. Con Menem y sus deseos de primer mundo, con sus naves de la estratosfera, Con Cristina y su tren bala. Con niños que mueren desnutridos en un país con tantas riquezas.

La invisiblilización de las culturas preexistentes continúa desde los comienzos de la construcción del Estado.
Argentina busca su identidad negando las identidades que la precedieron, es por eso que en casi 200 años no ha podido encontrar la propia. Por eso debe arrendar identidades.

El gaucho, el icono que conocemos por “la tradición” es un híbrido, vestido por ropas foráneas e incorporaciones que no son propias del territorio: La guitarra y el caballo: Árabes – Las bombachas y la blusa: Turcas – El asado… La vaca no es propia del continente.

Este producto es hijo de la mixtura de los inmigrantes, generalmente barones y de madre originaria, un ser ya sin identidad al negar su identidad originaria, por portar apellido extranjero.

Este gaucho mestizo es quien comienza a sepultar las culturas originarias. Si bien es cierto que nada le fue fácil en su momento. Sufrió las mismas discriminaciones que sufrimos los pueblos originarios. Por ser vago, prepotente, sucio, borracho, inculto… Que en cierto modo no ha cambiado mucho, es su forma de ser. Podemos verlo en las fiestas de tradición. A excepción del gaucho de botas y chaleco de carpincho, vestido para la ocasión.

Luego en un intento de búsqueda de identidad propia y de negar las culturas originarias, el Estado Argentino le da al gaucho una categoría de “símbolo Nacional” Dejando a las Naciones preexistentes el lugar del indio como parte de la historia, parte del pasado. Un personaje vencido.

Surge la figura del fortín con los gauchos adentro. La figura de la expansión de las fronteras ganadas al bárbaro indio… La continua figura del militarismo. La nación fundada a costa de guerras. De campaña de exterminios. ¿Será por eso que el Argentino es tan soberbio?

Es común ver en las plazas cañones, esos que se usaron contra los primeros habitantes del territorio. ¿Qué se demuestra con eso? ¿Lo mismo que con el monumento a Roca en capital?
Por la región donde está Los Toldos, partido de General Viamonte, está llena de generales. También son parte de la misma simbología.

Podemos continuar revisando todo el accionar del poder de 198 años a esta parte para buscar la identidad, con la cual construir la tradición argentina, en los últimos tiempos podemos agregarle alguna brujita de hallogueen. Pero sería complicarnos un poco.
Con el gaucho matrero es suficiente.

Hugo Silveira - Juan Carlos Corón
Equipo de educación intercultural
PU KIMELTUCHEFE

viernes, 7 de noviembre de 2008

Hoy puede ser un gran día Por Marcelo Valko


En diario Pagina/12 del viernes 7 de noviembre, el periodista Darío Aranda realiza un reportaje imperdible en relación a la actualidad de los pueblos originarios. En ese impecable reportaje que ronda entre el asombro y la verdad más absoluta, podemos leer conceptos como “invisibilidad”, “genocidio” y donde se plantea una “reparación histórica” para los indígenas. Una serie de conceptos con los que coincido y sobre los que venimos trabajando, junto a tantos compañeros, hace ya unos cuantos años. Ahora bien, lo asombroso y lo que en realidad no deja de maravillar, es que tales conceptos no salen de boca de un dirigente comunitario o de alguno de los que con toda modestia, intentamos día a día combatir tales injusticias. Lo asombroso es que el entrevistado en cuestión sea el juez de la Corte Suprema de la Nación Eugenio Saffaroni.
A todo lo largo de América, durante cinco siglos, la Justicia siempre se encontró en las antípodas de las reivindicaciones solicitadas por los indígenas. ¡Siempre! Durante la Conquista, la Colonia y la Era Republicana los tribunales se dedicaron con malicioso esmero a fallar en contra de los elementales derechos de las comunidades. Incluso en la época del Virrey Toledo, se había llegado al colmo de prohibir mediante un Bando la figura legal del “indio pleitista”. ¿Qué pleiteaba el indio pleitista? Pleiteaba por sus tierras usurpadas. Más tarde, y aún durante el siglo XX, los tribunales provinciales y nacionales se cansaron de archivar y adormecer los oficios elevados por las comunidades. Por ejemplo los kollas del Malón de la Paz de 1946, cuando deciden “bajar” a Buenos Aires, no es para realizar un “tour” o “una caravana carnavalesca”, como algunos insensibles llamaron a esa marcha, sino porque habían fracasado infinitas veces frente a los tribunales de las provincias de Jujuy y de Salta.
Por eso cuando escuchamos a un juez de la Corte Suprema decir que el “genocidio continua aún hoy invisibilizando, omitiendo, dejando que se mueran”, o cuando incluso habla de “genocidio por omisión” todos comenzamos a mirar de otra forma a esa inestable señora de los ojos vendados que siempre de dedicó a inclinar la balanza para un solo lado.
Y Saffaroni profundiza aún más sus dichos al hablar de la reparación histórica, dice que “hay que reivindicar derechos, fundamentalmente, el derecho a la igualdad. Esos derechos deben ser reivindicados tanto en el plano político como por vía judicial”. Incluso se explaya sobre una de las hipótesis fundamentales que desarrollamos en “Los indios invisibles del Malón de la Paz”. Dice por ejemplo que: “la invisibilización de los pueblos originarios es una de las formas de discriminación. En la medida en que se niega la existencia, los pueblos indígenas reclaman derechos que no les dan y no se los dan porque “no existen”. Entonces, a los pueblos indígenas se les está negando la propia existencia.” Pero una cosa es que lo plantee un simple investigador, y otra muy distinta, fundamental y trascendente es que la esgrima un juez de la Corte Suprema de la Nación.
Y todavía el asombro no termina. Como si estuviésemos escuchando al Maestro Osvaldo Bayer, Saffaroni plantea con total claridad que: el Estado argentino con los pueblos originarios también cometió un genocidio… El roquismo, con la figura de Julio Argentino Roca, representa el proceso de disciplinamiento.”
Realmente, después de tanta matanza, después de tanto “requerimiento”, de tanta violencia sin sentido, de tanta esclavitud, de tanta invisiblidad, parece que comienzan a soplar nuevos vientos, nuevos soles. En este sentido tomamos a las declaraciones del juez de la Corte Suprema. Y por supuesto que tiene enorme un enorme mérito Saffaroni, pero mucho más mérito, tuvieron las comunidades de todo el Continente que durante cinco siglos siguieron resistiendo, peleando y pleiteando para salir de la más cruda y absoluta invisibilidad.
Por eso parafraseando a Serrat, decimos que hoy realmente es un gran día.

Marcelo Valko
Profesor Titular Cátedra
“Imaginario étnico, Memoria y Resistencia”, UPMPM

lunes, 3 de noviembre de 2008

ACTIVIDADES -- San Pedro




El pasado 9 de Octubre Organizado por L ma i a caia qom (La casa del hermano Toba) y el grupo de ayuda a Guapoy, en conmemoración de los tres últimos días de libertad de los pueblos originarios se realizaron tres conferencias para distintos niveles de enseñanza.
Por la mañana en el nivel primario colegio Nuestra Señora del Socorro. Institución religiosa con gran apertura en la interculturalidad, donde se mostró gran interés por parte de los alumnos y docentes.
Por la tarde se visitó el nivel secundario de la escuela Normal y en horas de la noche el profesorado de historia y público en general fue el marco para la conferencia final.
También el Grupo de ayuda a Guapoy, Presentó un video sobre las actividades que llevan adelante con el pueblo Mbya Guarany.
Como es costumbre del grupo de educación Pu Kimeltuchefe, se hizo hincapié en sentar “un comienzo de algo” Que no sea solo una conferencia para cubrir las necesidades del calendario escolar. Que sea el principio de una revisión histórica.
De manera tal que de los días 9 – 1 0 y 11 de Octubre donde se conmemoran los últimos tres días de libertad indígena. Proponer el 13 como Primer día de Resistencia.
El Hermano QOM (Toba) Alfredo Angel acompañó en esta oportunidad, a miembros del equipo de educación Intercultural PU KIMELTUCHEFE

sábado, 1 de noviembre de 2008

PROGRESO por Osvaldo Bayer


Roca señaló que conquistaba esas tierras “para atraer al capital extranjero”. Los pueblos originarios –sus víctimas – defienden hoy las hierbas medicinales. Dos reacciones contra el ritmo impuesto por un sistema económico que hoy está aterrando al mundo entero. Habría que redefinir el sentido de la palabra “progreso”


Es increíble cómo se silencia la vida de las pequeñas ciudades, de los pueblos, aquello que tiene un verdadero valor para la ética de la vida, para la belleza local, para la verdadera historia comarcal que, por su ejemplo, a pesar de ese silencio, siempre trascienden. Los medios, en su gran mayoría, dedican sus páginas a la crisis económica, a las internas políticas, a los cambios de entrenadores de fútbol y, ahora, si Riquelme o Caranta. Para demostrar que existen cielos, que se habla del paisaje, que hay interés por la historia o que hay pocos pero existen que se ponen tristes o se desesperan por las estadísticas del hambre de nuestros niños nos meteremos en el corazón de la tierra. Hoy hablaremos de un lugar bonaerense pura pampa. Lo que ocurrió podría pintarse en un cuadro con rostros de adolescentes riendo, aplaudiendo, entusiasmados. Es que lo que ocurrió en Rojas no ocurrió en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. ¿Autónoma de quién? Sí, vamos a decirlo en una sola línea: el Concejo Deliberante de Rojas aprobó por mayoría un proyecto por el cual se cambia el nombre de la calle Roca por el de Pueblos Originarios. Pero aquí viene lo sorprendente: al proyecto lo presentaron alumnos del colegio secundario de la ciudad. De la ciudad. Y los representantes municipales lo aprobaron por amplia mayoría. Con una conciencia y claridad que pueden notarse en las intervenciones de esos concejales. El anteproyecto fue elaborado por los alumnos y discutido con la ayuda de los profesores Liliana Barzaghi, Javier Membriani y Andrea Tamasi sobre la base del proyecto Identidad Latinoamericana que se propone “asumir la identidad de los medios de simbolización a través de los mecanismos democráticos de participación”. Justamente eso así es iniciar el debate sobre nuestra historia para preguntarnos el porqué de tanta crueldad en nuestro devenir que culminó con el método represivo más sádico y perverso de la historia: la desaparición de personas y el robo de niños. Por ahí se comienza. Preguntarnos por qué glorificamos actos de tanta crueldad y cinismo como lo fue la Campaña del Desierto, que terminó con la muerte o la esclavitud de los pueblos originarios y el apoderarse de sus tierras. Los alumnos de la Escuela de Rojas, después de estudiar una profunda bibliografía y discutirla, llegaron a la conclusión, como dice su anteproyecto, de “que el general Julio Argentino Roca fue el principal actor de la llamada Campaña del Desierto, que significó uno de los momentos más bochornosos de nuestra historia nacional, por el etnocidio y el genodicio que se perpetró contra ‘nuestros hermanos los indios’ (como los llamó San Martín) al solo efecto de robarles sus tierras para otorgarlas a unos pocos propietarios” y que “en el término de veintisiete años, el Estado regalase o vendiese a precios irrisorios 41.787.023 hectáreas a 1843 terratenientes vinculados por lazos económicos y familiares a los diferentes gobiernos que se sucedieron en aquel período.
De resultas de ello, cincuenta familias llegaron a ser propietarias de más de cuatro millones de hectáreas en la provincia de Buenos Aires. Por ley especial se premió al general Roca con 15.000 hectáreas que se agregaron a las 50.000 que ya se le habían otorgado” y que “la mencionada guerra de exterminio se llevó a cabo con una crueldad que repugna a todo sentimiento humanitario y que se hizo posible gracias al sentimiento de superioridad que nacía del enraizado racismo de toda una clase dirigente: por ello, y sin siquiera cuestionarse, llamaron desierto a un territorio ocupado por aborígenes, a quienes hoy la Constitución denomina pueblos preexistentes”. Y luego, el anteproyecto trae una frase de legítimo derecho: “que a la mirada de los niños y adolescentes no corresponde exponer a quien desempeñó un papel nefasto en la historia otorgándole el lugar que se reserva para los héroes y otros personajes dignos del respeto de los argentinos”. El debate entre los concejales fue profundo y extenso. Votaron por la afirmativa los concejales María Baldoma, Lila Cohen, Alicia Ferrea y Carlos Blázquez (todo del Frente par la Victoria), Daniel Boyeras, Alejandra Sábato, Carlos Veliz y Juan Piqué (UCR), y Laura Onrubiam de la agrupación 26 de Octubre. En contra, Vicente Escorcia, y Alba Molina (26 de Octubre), Miguel Crespo (Frente para la Victoria). Estuvo ausente el vecinalista Luis Miguel Caso, que antes había señalado que votaría en contra. En los argumentos de los que votaron en contra está demostrado el absoluto vacío de ideas y de defensa de la ética. Por ejemplo, el concejal Vicente Escorcia dijo: “Un cambio de nombre implica trastornos para quienes habitan en esa calle. Por eso, más allá de que considero que Roca fue un personaje nefasto de la historia, voto para que la calle continúe con el nombre que tiene”. Aquí se podría aducir que, con ese argumento, todas las ciudades alemanas deberían hoy mantener sus principales calles con el nombre de Hitler, para no causar “trastornos” a los vecinos. Elba Molina, que también votó en contra del cambio de nombre, adujo: “Cambiar el nombre de la calle no va a cambiar la historia, no va a eliminar las muertes, y por el contrario, creo que dejarlo nos va a recordar siempre la tragedia de los pueblos originarios”. Con ese criterio, nuestras calles tendrían que tener el nombre de Videla, Massera, Etchecolatz, Astiz, etc. Increíble el argumento de la señora concejal. Y también el concejal Miguel Crespo repitió ese argumento que bien podría calificarse de oportunista. Dijo, textual: “Creo que dejándole el nombre a la calle Roca mucha gente se va a acordar de que este hombre fue un asesino, y siempre va a estar presente en ese carácter. Por eso voto para que no se le cambie el nombre”. En Rojas, la gente lo llama ahora al concejal Crespo con el apodo de “Pilatos Crespo”. En cambio, los concejales que defendieron la eliminación del nombre de Roca trajeron copiosos datos históricos de cómo ese militar Roca restableció la esclavitud al anunciar el “reparto de indios”, más los fusilamientos y la quita de los niños a sus madres. Y, claro está, el indiscutible negociado del reparto de tierras entre los poderosos de la época. La ciudad de Rojas nos ha dado el ejemplo. En nuestra “adelantada” ciudad de Buenos Aires, el macrismo rechazó en comisión el proyecto y hay hasta iniciativas soplonas de aprobar una suma de dinero para limpiar el monumento de Roca de la Diagonal Sur de todas las inscripciones de la sabiduría popular. Pero, por más que la limpien... Roca señaló que conquistaba esas tierras “para atraer al capital extranjero”. Los pueblos originarios –sus víctimas- defienden hoy las hierbas medicinales. Dos reacciones contra el ritmo impuesto por un sistema económico que hoy está aterrando al mundo entero. Habría que redefinir el sentido de la palabra “progreso”


Osvaldo Bayer.

Extracto de Azkintuwe digital