viernes, 30 de enero de 2009

La partida de Dionisia


Dicen que el ser humano aprende hasta el último instante de su vida… Ahí aprende a morirse.
No todos enseñan hasta el último instante. Mas aún, nadie enseña en el momento de su entierro.
Dionisia Carranza sí.
Ella supo reunir una multitud en el momento de su partida.
Dionisia fue alguien que con su fuerte personalidad, supo hacerse querer y respetar.
Para la sociedad, jugaba un eterno personaje simpático, con su kulxun y su idioma mezclado.
Para adentro de la comunidad mapuche, se mostraba tal cual era y uno no sabía cuando al acercarse, si lo iba a saludar o mandarle un repertorio de retos. Pero aún así, siempre fue querida y respetada.
Dicen que en los velorios se mide el grado de aceptación y popularidad. Ese barómetro fue desbordado por la Dioni. Fue una partida intercultural, dónde como corresponde la mayoría de la gente era mapuche, con o sin conocimiento de las pautas culturales, pero mapuches.
Espontáneamente minutos antes del cierre del cajón se organizó una ceremonia mapuche con gente de casi todos los grupos de Los Toldos y algunos llegados de Rojas. Espiritualmente había muchos mas, de todos lados.
Finalizada la ceremonia en el lugar del velatorio, la gente mapuche se dirigió a esperar su cuerpo al cementerio, donde se prepararon dos ceremonias mas.
Allí estaba medio barrio de la Dioni, medio barrio los eucaliptos, casi en su totalidad gente mapuche que quedó asombrada cuando el féretro fue retirado del auto y depositado en un cantero afuera del cementerio. Cuando los mapuches la despedimos a nuestra forma, con nuestra vestimenta, con cantos, instrumentos, ramas de hierbas medicinales, ahumando el féretro con cigarro de chala.
Es por eso que decimos que nadie enseña después de su muerte y en este caso si lo hizo Dionisia Carranza.
Casi una centena de personas, en su gran mayoría mapuches, muchos con lágrimas en los ojos, por primera vez vieron una ceremonia de su propia espiritualidad.
Esa ceremonia espontánea, organizada minutos antes, fue hecha para despedir a una mapuche, un valor de la medicina ancestral.

Pewkajeal lawentuchefe papay . Kumey rupu Am mapu mew. (Hasta pronto anciana de las medicinas, tengas un buen viaje a las tierras de las almas.

Juan Carlos Corón
Equipo de educación intercultural
PU KIMELTUCHEFE

domingo, 11 de enero de 2009

El legado de la madre


Hijos, creo que ha llegado la hora que hablemos. Siglos, milenios… Cuanto tiempo los he ayudado. Pero hoy estoy achacosa y vieja.
Veo como se transforma la vida, como se escapa y nada puedo hacer. ¿Recuerdan cuando les regalaba frutas silvestres? ¿Recuerdan cuando jugaban y se bañaban en las lagunitas?
Ya todo eso no está mas... Cosas de vieja, no me hagan caso. Hoy me piden que llueva, y no puedo complacerlos. ¡Una gota!!! No, no es lluvia, es solo una lágrima. Una de las últimas que me quedan.
Ustedes, los sabiondos del siglo XXI, ¿Por que en lugar de perfeccionar los pesticidas y equipos de fumigación no fabrican agua, y equipos de riego? Ha claro, el agua no se puede fabricar… Yo tampoco puedo hacerlo. Disculpen. No me pidan un milagro. En la naturaleza no existen los milagros. Pídanselos a aquellos que inventaron que ustedes son los reyes de la creación y eso les da derecho a destruir otros seres inferiores, a contaminar, a secar ríos a perforar montañas, a talar selvas, hasta de esclavizar a sus propios hermanos de especie, solo por que ustedes mismo los ponen en inferioridad de condiciones a costa del poder económico… No, definitivamente deben entender que no son reyes de nada. Mis pequeños, en la naturaleza no hay monarquía. Todo debe encajar en una compleja armonía física y química. Yo tampoco puedo hacer nada sola. Necesito ayuda, necesito los espejos de agua para absorber la humedad. ¿Recuerdan todas las lagunas donde pescaban y jugaban de chicos? Hoy las transformaron en campos cultivables, solo queda una raya que forma los canales que se llevaron nuestra agua al mar. Hijos, en que poco tiempo cambiaron todo. No hace mas de 50 años que yo los veía felices chapaleando agua.
Disculpen si se requiebra la voz, tengo la garganta muy reseca… ¡Dos gotas!!! No, no es lluvia, creo que son mis dos últimas lágrimas. Estoy muy deshidratada. No se hasta cuando los acompañaré.
Hijos les entrego mi legado, que suena a epitafio. ¡Reflexionen! Tal vez todavía se pueda hacer algo. Piensen que no se llevaran el Glifosato, el Parathión, ¡El cianuro!!! Ellos se los están llevando a ustedes. ¡Como han involucionado mis pequeños!
¿Recuerdan lo hermoso de un arco Iris?, el croar de las ranas?, ¡el olor a tierra mojada!!!
Cuando los chicos hacen lío no le digan: no sean indios. Siiii intenten ser un poco indios… Ellos no son perfectos pero es lo que mas se asemeja a la perfección animal. Ellos estuvieron en este suelo por miles de años y les dejaron un vergel, o mejor dicho. Ustedes se lo quitaron. Mis hijos indios vivían en armonía. No destruían, no contaminaban, tenían todo al alcance de la mano. Éramos tan felices con sus hermanos mayores!!! Busquen, pregunten a los descendiente de esa gran cultura, todavía hay mucha sabiduría en ellos.
Con paciencia y ternura, de una forma sencilla (a lo indio) quise dejarles mi legado.
Los quiero mis pequeños, aunque sean soberbios y no les moleste destruir el ambiente.
Tal vez algún día le den la razón a esta vieja achacosa.

Con todo mi corazón.
La madre tierra.

Juan Carlos Corón
Equipo de educación Intercultural
PU KIMELTUCHEFE